La angustia entre el cuerpo y la palabra
Una lectura desde el psicoanálisis
de Lic. Camila Sciarra | 18 de junio de 2025
“La angustia es el único afecto que no engaña”
Jacques Lacan
Un nudo en el pecho. Un insomnio que no se explica. Una presión en la garganta. Hay algo que no encuentra palabra, pero insiste. No siempre se deja nombrar ni tiene un sentido claro.
A veces, apenas se deja sentir. Pero ahí está. Se manifiesta como una opresión, una inquietud; algo se desacomoda sin poder decirse del todo.
Aunque suele confundirse con otras emociones como el miedo o la tristeza, es otra cosa. El miedo tiene una ventaja: sabemos de qué se trata. Podemos encontrar su causa, ponerle nombre, alejarnos y evitarlo. La angustia no. La angustia no avisa. Se instala sin causa aparente, sacude el cuerpo y desconcierta, porque no hay enemigo visible. ¿Cómo defendernos de algo que no podemos ver? ¿Cómo calmar un dolor que no tiene causa identificable?
A veces, lo que no puede decirse encuentra en el cuerpo un modo de aparecer. Como si una escena se desplegara, con una inquietud que busca decir algo. Algo que viene pidiendo lugar.
Pero vivimos en una época que no siempre da ese espacio. Una época que empuja a resolver rápido, que teme al silencio y la pausa, que busca calmar en lugar de escuchar. En ese apuro por tapar el malestar, muchas veces se pierde la oportunidad de leer lo que verdaderamente está en juego.
En un tiempo que no tolera lo incierto ni lo que incomoda, la angustia se vuelve especialmente insoportable. Así, no tardan en aparecer una serie de indicaciones que rápidamente se vuelven mandatos: “soltá”, “no te enganches”, “pensá en positivo”, “distraete”. Se nos aconseja leer libros de autoayuda. Se nos invita a “gestionar” las emociones, a aplicar tips o estrategias que prometen alivio inmediato.
Pero hay experiencias que no se acomodan tan fácilmente. No hay recetas universales que valgan para todos, porque cada persona es única e irrepetible, y el malestar se presenta de forma distinta en cada quien. Por eso, más que ofrecer soluciones rápidas o enseñar técnicas, hace falta abrir un lugar donde eso que se impone, pueda empezar a leerse. Porque si no se profundiza en lo que ahí insiste, eso vuelve. Tal vez con otro color, en otro tiempo, con otro nombre.
En el espacio de análisis, la angustia no se apura ni se anula. Se le da lugar. Porque muchas veces, su aparición señala un momento de quiebre, donde algo se impone, y ya no puede sostenerse como antes. Cuando el malestar logra articularse, cuando se transforma en discurso propio, deja de ser una carga muda y comienza a decir algo, y en ese decir, se pone en marcha un movimiento. Porque la angustia no siempre es un final donde todo parece detenerse. A veces, justamente ahí, comienza otra cosa.
En el Centro de Psicoterapia Di Mauro Davieux, te invitamos a darle un lugar a la angustia, sin prisa y sin juicio, en un espacio seguro donde aquello que duele pueda empezar a decirse y, poco a poco, transformarse. Cuando el malestar es escuchado con atención y respeto, deja de ser un peso mudo para abrirse como una vía hacia la comprensión y la aceptación. Porque escuchar lo que insiste es también el primer paso para que algo nuevo pueda nacer desde ese dolor.
Artículo estrito y revisado por Lic. Camila Sciarra, integrante del Centro de Psicoterapia Di Mauro Davrieux.
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