¿Quién cuida al cuidador?
Estrategias para disfrutar las vacaciones sin burnout
de Lic Amparo Martínez | 10 de julio de 2025
Partiendo del blog anterior, “Niños aburridos y los adultos agotados: ¿cómo transitar las vacaciones de invierno desde la psicología basada en evidencia?”, queremos dar un paso más y detenernos en una pregunta clave: ¿quién cuida al que cuida?
Durante las vacaciones, es común que toda la atención esté puesta en los niños: cómo entretenerlos, cómo cuidarlos, qué actividades hacer, cómo regular las pantallas. Pero muchas veces, en esa dinámica, queda completamente relegado el bienestar de quienes están a cargo. Cuidar a los niños en vacaciones implica sostener la convivencia diaria y responder a sus necesidades físicas y emocionales durante muchas más horas que cuando están en la escuela, y a veces incluso trabajar al mismo tiempo. Todo eso con frío, días más cortos, menos luz solar y un cansancio acumulado de la mitad del año.
Este combo puede aumentar el riesgo de lo que se conoce como agotamiento parental, o parental burnout, un concepto que viene siendo cada vez más estudiado. Según investigaciones recientes, el burnout en cuidadores se caracteriza por tres elementos: agotamiento emocional, distanciamiento afectivo de los hijos y una sensación de ineficacia en el rol parental (Mikolajczak et al., 2019). Cuando se sostiene en el tiempo, puede tener efectos serios tanto en la salud mental del adulto como en el clima familiar en general. Así que sin dudas el autocuidado no es un lujo ni un capricho: es una necesidad.
Estrategias para disfrutar las vacaciones sin burn out
- Una agenda flexible: Tener cierta previsibilidad ayuda a reducir la ansiedad, tanto en los niños como en los adultos. No se trata de armar un cronograma minuto a minuto, sino de ofrecer un esqueleto general para el día: a qué hora más o menos se levantan, cuándo es momento de salir, de comer, de tener tiempo libre o de pantallas.
Por ejemplo, se puede armar una “rutina visual” simple en casa, con dibujos o íconos que representen las distintas actividades del día. Esto es especialmente útil para niños más pequeños o para aquellos que se regulan mejor con apoyos visuales. No tiene que ser rígido, pero sí ofrecer un marco para ayudar a mantener hábitos saludables y a prevenir desregulaciones, especialmente en niños con ansiedad o dificultades atencionales. - Apoyo en red: Muchas veces, la carga del cuidado cae sobre una sola persona. Buscar apoyo no es una señal de debilidad, sino de salud mental. Tal vez puedas organizarte con otra familia para turnarse con los niños un rato, o dejar que pasen la tarde en casa de un amigo, o incluso pedirle a un familiar que te cubra un par de horas. Si no hay red disponible, a veces sirve simplemente hablar con alguien que esté pasando por lo mismo. Un mensaje a una amiga, una conversación rápida con otra madre en la plaza. Sentirse acompañada/o, aunque sea simbólicamente, hace una gran diferencia.
- Tiempo a solas y sin culpa: En vacaciones, la casa suele estar más llena, los días son más cortos, y el tiempo propio puede parecer una utopía. Con más razón en ese contexto, es fundamental encontrar aunque sea un ratito al día para ti. Puede ser despertarse 15 minutos antes que los demás para tomar el mate tranquila/o, salir a dar una vuelta en soledad o encerrarme a leer o mirar una serie mientras los niños duermen la siesta. El punto no es la actividad en sí, sino la intención de que ese rato sea para ti. Hacer algo placentero de forma deliberada, prestando atención a la experiencia sensorial, sin multitasking, te permite regular el sistema nervioso y recargar energía.
- Un pequeño chequeo interno cada día: Una herramienta muy efectiva es tomarte dos minutos, cada mañana o cuando puedas, para preguntarte: ¿Cómo estoy hoy? ¿Qué necesito? ¿Qué puedo dejar pasar (y qué no puedo dejar pasar)?. Esta práctica, que combina elementos de mindfulness y autocompasión, permite ajustar expectativas. No todos los días vas a tener la misma energía, ni vas a poder sostener todo. Y está bien. A veces alcanza con priorizar lo básico: alimentación, abrigo, contacto. Lo demás puede esperar.
- Validar lo que estás haciendo: En lugar de enfocarte en lo que no hiciste (el paseo que no salió, el enojo que no pudiste evitar, la casa que es un caos), hacé el ejercicio de registrar lo que sí hiciste: los momentos en que contuviste, en que estuviste presente, en que ofreciste algo desde el afecto. Validar nuestras propias acciones, incluso las más pequeñas, refuerza el sentido del rol de cuidado y previene el desgaste emocional. En ACT, por ejemplo, se trabaja con el concepto de actuar en función de nuestros valores, no de los resultados inmediatos. Si tu valor es cuidar, acompañar, ofrecer presencia, entonces cada gesto en esa dirección tiene peso, aunque no sea perfecto.
Menos exigencia, más presencia
Las vacaciones no tienen por qué ser una maratón de actividades. Pueden ser, si nos lo permitimos, una pausa imperfecta pero nutritiva. Un momento para aflojar un poco las exigencias, para reconectar con formas más simples de estar juntos, y para dejar que el aburrimiento de los niños tenga su necesario lugar.
Y vos, que estás del otro lado sosteniendo todo esto —ya sea como madre, padre, abuelo, tía, cuidadora, o cualquier otro rol— también necesitás un espacio para descansar. Así que si hoy no hubo manualidades ni paseo ni paciencia infinita, pero hubo afecto, presencia o al menos intención… fue suficiente.
Nos lo merecemos. Así que a bajar un cambio, poner la pava y… a descansar.
Y si sentís que el cansancio se acumula, que la irritabilidad se vuelve parte del día a día o que simplemente necesitás un espacio para vos, en el Centro de Psicoterapia Di Mauro Davrieux estamos para acompañarte. Te ofrecemos un espacio seguro para hacerlo, a tu ritmo y con respeto por tu recorrido.
Artículo estrito y revisado por Lic. Amparo Martínez, integrante del Centro de Psicoterapia Di Mauro Davrieux.
Tu salud mental es nuestra prioridad
Nuestro equipo de trabajo se integra por profesionales de la Salud Mental.